José Portugal Catacora menciona en su libro Danzas y bailes del Altiplano que el hombre altiplánico conoce al mono mediante un personaje itinerante: «era un adivinador de la suerte o suertero que llevaba consigo una jaula con un monito, un organillo pequeño y una caja con fichas que contenían la suerte de la gente».
Juan Luis Ayala Loayza, en su diccionario publicado en 1988, escribe sobre la palabra aymara «K’usillo: mono. También se dice al zalamero y chistoso. K’usillusiri: Hacer monadas, hacerse el gracioso».
El sacerdote jesuita Diego González Holguín menciona que la palabra «Kusillo» significa «mono» tanto en quechua como en aymara.
La historiadora Teresa Gisbert estudia la presencia del mono como divinidad en edificios, basada en textos de Arriaga. Los padres Ávila y Cuevas observaron este elemento en Huarochirí, relacionándolo con la idolatría: «En las ventanas de la iglesia, encontramos dos micos de madera. Averiguamos que los reverenciaban porque sustentaban al edificio y tenían sobre ellos una larga fábula».
El investigador boliviano José Antonio Paredes Candia menciona que el baile de los K’usillos surgió a mediados del siglo XX, como una representación complementaria adaptable a diversas danzas.
El docente puneño Félix Paniagua Loza, en su libro Glosas de danzas del Altiplano Peruano, escribe: «K’usillos: Es la danza de los bufones de los pueblos de la ceja de selva de las provincias de Sandía y Carabaya, que representa el culto al demonio. Bailan en conjunto de 10 a 20, acoplados a las diferentes danzas…».
En el imaginario aymara, el Kusillo es un ser mítico que actúa como nexo con las deidades. Es una divinidad antigua que se resignifica a través del ingenio aymara. Es el ruidoso y burlón justiciero sobre los abusos del misti opresor. Actúa como regulador de fiestas y fiscalizador sociocultural.
Se aprecia a este personaje en la Orko Fiesta de Juli, del 14 al 16 de septiembre, durante la danza Chuspi Chuspi, que marca el inicio de la siembra de quinua. Este personaje también simboliza la fertilidad, con su nariz representando el falo masculino. Su aparición en carnavales está vinculada al Allu Pacha, el tiempo de fertilidad, según Eyzaguirre Morales.
El Kusillo aparece en danzas como Sikuris, Tinti Wakas y Waka Wakas, transmitiendo mensajes transitorios de origen mítico y totémico, transformados en satíricos durante la colonia. No es creación citadina, sino del campesino aymara que exige justicia.
Es una danza libre, siempre acompañado de un pequeño charango. Porta amuletos, fetiches y a veces animales disecados, emulando a los awilos achachilas. Ha resistido la extirpación de idolatrías y sobrevive en el imaginario aymara, criticando comportamientos alejados de los valores de los pueblos y sus divinidades.
El Kusillo transita en la cultura boliviana y peruana, fortaleciendo la identidad de los pueblos.
Fuente: Alfredo Fuster
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