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Candelaria, la que nos deja…

Por: Maritza Arcaya Coaquira

 “Fiesta: Comunión profunda con nuestros dioses, la naturaleza y nuestro pasado.

Los dioses recordados nos son propicios; los soterrados salen a luz, también participan.

La danza, posee a todos en un mismo movimiento, ritmo uniforme, repetitivo, hipnótico;

entonces lo individual desaparece y da parto a un nuevo ser colectivo, libre y autónomo.

La vida y la muerte se funden en la divina abundancia de la alegría y el derroche,

desenfreno y descontrol, transgrediendo normas establecidas hasta exceder los límites.

Se muere fuera de la máscara, para vivir de verdad detrás de ella; a pesar de las

diferencias del dinero que se va a manos de los usureros. Es una rebelión

al orden establecido, nuestro mejor intento deliberado de transformarlo.”

En una región que viene del infinito a nuestros ojos, recordándonos hierofanìas de fe, de éxtasis luminosos que nos tocan como un beso de cielo que sube desde la tierra, haciendo que el pueblo se paralice para seguir a sus danzantes entregándose al jolgorio y a los ritos religiosos. Todos los años sus hijos vuelven como abejas al panal, los que migraron a otras ciudades del país, o países del mundo los que volaron más lejos; se entregan a la catarsis colectiva y los más beatos a la fe religiosa.

En fin la fiesta es para todos y de todos. Así, el mundo entero estuvo aquí, constituyendo de este modo una cultura inmaterial para el mundo, fiesta que ahora pertenece a la humanidad entera. Tiempo sin par que comprende actos de carácter religioso, festivo y cultural, constituido de tradiciones católicas y sobre todo de elementos simbólicos andinos tan profundos, vivenciando una manifestación polifónica y polisémica; que trasciende más allá, desde la reflexión, revaloración y una recreación interdisciplinaria de esta muestra de elevado pensamiento y acción: Festividad Virgen de la Candelaria.

El plano de lo religioso, aquí es un continente preñada de una inmensa cantidad y calidad de acontecimientos vitales, sociales y cosmogónicos; que yuxtapuestos en el tiempo adquieren un valor en categorías de ideogramas que nos hacen colegir prácticas asociadas al hombre y los dioses, sobre la vida y la muerte, como un individuo que tiene enfrente el reto de hacer historia o ser parte de ella. De este modo la inteligencia de la fe surge espontánea e ineludiblemente en cada persona que pisa este suelo, en reflexión teológica es la búsqueda de una vida auténtica y plena, que se conecta permanentemente a la sabiduría de sus raíces y extrae de ella su vigor.

Por ser mujer soy la tierra y soy un río porque soy varón, y si un día he de partir será bailando con las estrellas, abrazados al sol y a la luna, al son de la música del tiempo que canta en la dulce garganta del viento junto al lago que la inventa” Los humanos como hoy han poblado desde siempre el altiplano; pero los tiempos deben ser vistos con cautela en nuestro joven planeta, desde el cretácico (hace 28 millones de años), cuando la corteza terrestre de la placa del Pacífico inició una batalla cruenta con la placa sudamericana: violentos terremotos y erupciones volcánicas han dado parto a enormes masas de roca sedimentaria conocida como los Andes, nace el Altiplano del Collao, aún desde entonces como centro de distribución de esta orografía indómita.

Sea que el hombre vino o apareció aquí (en el Paleolítico medio – Musteriense),  lo cierto es que desde entonces estuvo provisto de supremas capacidades para sobrexistir y sobrellevar este generoso centro de biodiversidad único en el planeta. Y aún hoy como antes, el lago Titicaca mantiene su reinado misterioso, sacro y poderoso; centro y causa del divortium aquarum de todas las cuencas entre el Pacífico y los Andes.

Para el poblador antes y hoy, parte del mito eterno que regala vida, es expresar la magnitud de tanta belleza, el sosiego, la armonía, el color y la contemplación; como función, rol y singularidad intrínsecas a su origen; aportando así a una cultura única en el mundo, dueños de su magnificencia y su divinidad expresadas año tras año en la producción, la economía y el orden social;  y de una forma singular se manifiesta en su música y danzas propias; muchas de ellas perdidas en el corazón de la Pachamana, doscientas seis agrupaciones este año, en la 56ava edición del Concurso de Danzas Originarias y Mestizas; más de cuarenta mil personas entre bailarines y músicos, engalanando la “Festividad Virgen de la Candelaria 2020”

El mayor clímax entre lo místico y lo corporal interpretado en cada movimiento, vestuario y la personificación de la sátira, lo diabólico, lo sacro, la parodia el erotismo, en suma la vida en sí. Aquí la vida es danzar: seas Quechua o Aimara, eres tierra, fuego, viento, agua, dios, humano, animal, planta, rayo, luz o sombra, vida y muerte. Un puñado de energías lo suficientemente gravitantes, al que el mundo entero dirige  en estos días la mirada absorta y de admiración, de modo tal que ni siquiera un instante de estos días dejan escapar la luz sin refulgir en ella, la belleza y la eternidad.

Al amanecer, el primer día del segundo mes, se oye la voz del K’usillu  que viene desde Urqufiesta. Aquí danzan Ayarachis y el lago endemoniado del Layqaquta, los sikuris, los volcanes de aguas del Pumata, hasta el Tiawanaku que se alza enhiesta en cada requiebre de la música del altiplano. Están en el tambor y la zampoña el sabor de las  islas K’illxata, Titiri, Tinajani, en esa paradoja moviente como el agua que contiene la luz y la absorbe irremisiblemente en los vestuarios mágicos, también contraponiéndose a la imponencia de esa luz, el oscuro designio del Pumapunku, aquí danzan dioses y mortales, vida del agua – vida de la tierra; desde la era cuaternaria hasta los tiempos del futuro.

Pasa una bella doncella kullawa, una China, la Pachamama de la mano del Volcán Qhapia.  Inconsolables giran el Salar de Uyuni tomados de las manos con el de Kuwpasa, sudorosas, incansables. Las Wifalas se desparraman esta tarde, el Titicaca y Michín, entregándonos la gleba de la vida cargada en sus abundancias e imponente se detiene frente al templo el lago mayor Chucuito, y detrás le sigue con su profunda Unu kaja transparente en medio de su alba espuma la presencia hídrica del Wiñaymarka sin dejar de menearse en su devaneo secreto.

Es que el sol como en la vez primera ha iluminado las tinieblas del Chamaka Pacha (tiempo de obscuridad), desde que apareció tras por la esquina de la avenida el pueblo emocionado sospecha que tras el lomo del gran Puma de piedra está su  isla que es ella misma; entonces no se pudo contemplar el inmenso lago que se extendía por toda la meseta, contenido en el estrecho jirón de la ciudad, contoneándose al compás del alarido de los Toyos del Titi Kharka (lago del Puma gris). También están a otro ritmo colorido y mundano llegando a la plaza los hombres blancos y barbados, liderados por Kan, jefe de los Lupakas, quien los hace matar obsesionado por el raro color de su piel, creyéndolos brujos de maléficos poderes, los niños y las doncellas explotan subsumidos en el vértigo de incontrolables emociones y aplauden.

En este día bailan delicadamente los hombres felices del otrora valle fértil en el que nada faltaba, y que la Pachamama les procuraba, no existiendo ni odio ni ambiciones, ni la misma muerte. Se siente la felicidad cuando salen de la plaza. Nos recuerdan, que al inicio entre Apus protectores levantamos nuestros K’intus de Mama Kuka, cuando se quema con los Kapus, excepto la montaña prohibida en el que sigue ardiendo el Fuego Sagrado, ceniza blanca ahora en nuestros corazones.

Hasta el cielo llora desesperado, su llanto de granizos estelares mientras nos envuelve el tul obscuro de la noche bordado de oro y de plata, y como pesa en cada salto sus esmeraldas, rubíes, zafiros y encajes de seda, insinuados por las fuerzas malignas que envidiando aquella felicidad, se pasean entre la muchedumbre que ha venido de todas partes del mundo, empujados a probar su coraje y vencer las cimas; son acaso, descubiertos por los dioses en media cuesta en su intento de alcanzar ese fuego, aprietan el paso que les dictan los bombos y sorprendidos los ingenuos son devorados por Pumas silenciosos que ahora son sombras agazapados desde el Waqsapata.

La misma Virgen de la Candelaria, muy contenta se une en la efervescencia inusitada y sale. Vino desde tan lejos (Islas Canarias) con su sagrada divinidad, y como en Tenerife tras su travesía por el ancho océano para evangelizar a los indios, nos señala con su dulzura, la candela de luz que arde eternamente y lleva en su brazo, a cuarenta días después de su nacimiento: Jesús. Nos bendicen y nos dicen al alma, que están encantados de vivir con nosotros y en nosotros. Todos bailan para ella y todos.

Llueve en el estadium, es el incontenible llanto del Sol por sus criaturas más queridas, ha estado escondido cuarenta días de generación en generación y de sus benditas lágrimas el gran lago, su oleaje se encrespa, hierve y quiere salir también a  bailar, mientras los Pumas ahogados en cerveza y transformados en piedras ya descansan en sus rincones de recepción atraídos por los alferados de los carnavales, vencidos por el cansancio y la lujuria. Hay tres círculos en el cielo que nadie la ve, por donde los dioses se van despidiendo poco a poco.

Ya es Lunes en la segunda semana y la luna llena, Kon Ti Ki cruzando el océano. Solo los Arawaks, provenientes del Amazonas, aún casi desnudos los despiden y en su corazón cultivan el hermoso recuerdo de los sabios que enseñaron a construir los Yanpu, para surcar el lago celestial. Ya han cumplido, su propósito. Se van con su poder, dejándonos todo en nuestros ojos, la memoria y el amor de estas fiestas, se van al Qullasuyu, Mallku Amaya, Qutinbu, Chukuito, Quta, Akura, Mulluku, Pillkuyu hasta Yunguyu y Pizakuma… se van a su Pacha, hasta 1450  encabezados por Pachakuteq. Hasta el próximo año.

El martes solo se ha quedado estancado y feliz el lago, su amanecer de incomparable alba, sus crepúsculos divinos de pura e inmensa energía, nos enseña caminos a transitar: de Yanaki, Jayu Jayu en Kupa Amaya y a pesar de su ira fruncida anaranjado-rosada más allá de sus orillas, nos señala a seguir las nuevas estrellas que quedan, este nuevo tiempo, el nuestro. Hay aún Sicuris y juventudes zampoñistas dispersas por la ciudad somnolienta, la Pachamama quien lo fecunda todas y lo cría todo prevalece exultante con la chuntakala y las hermosas flores del Sank’ayu y la  kantuta, aunque ahora todo refulge, animales sorprendentes: el imaginario y la clave humana muy fértil inventando seres sobrenaturales que los diviniza. Caporales dinámicos, fabulosas Morenadas, llameradas, Amtawallus, felinos de colores. Los diablos aparecen esta noche, con ojos eléctricos o de neón, ojos que brillan hasta enceguecer a los noctámbulos de plazuelas y avenidas, se hacen invisibles y atacan. Beben Pisco, Ron, Whisky, explotan bombardas cautivantes. Tihinkuru Chupas desplazándose sobre la ciudad, Karisiris, con poder hipnótico, muerden y matan, danzando pletóricos hasta el decaimiento.

 Es tiempo de la rebelión, jóvenes elásticos, hermosas mujeres, con polleras multicolores y fosforeciendo a lo lejos y en la oscuridad, otras con trajes diminutos, danzan todos a la vez en competencia ensordecedora, devaneándose, al compás de bandas mestizas ruidosas, llegan al éxtasis y el paroxismo, es la Kacharpaya, comunidades modernas completas, peregrinos y vecinos. Señalando el retorno al orden cotidiano.

El Hacha Hanp’atu (animal sagrado y ceremonial) que había llegado hasta la orilla de la bahía, se retira satisfecha; ve a lejos al Challwatayka (Madre de los peces) que desde su Isla Kuati recorre en las fechas sagradas los ríos de sangre Wila hasta Umayu y a veces como hoy emerge en el lago haciendo que sus aguas nos purifiquen como en otrora a los Inkas, porque también somos sus hijos.

Este año se ha movilizado ciento veinte tres millones de soles, de acuerdo con un estudio elaborado por el Área de Estudios Económicos de la Cámara de Comercio y la Producción de Puno. Solo los días domingo 9, lunes 10 y martes 11, se ha proyectado el movimiento económico total generado por los danzarines a 89 millones 290 mil 781 soles, monto dividido en pago por traje y banda, accesorios para vestimenta, gastos en maquillaje y peinados, además de aquellos correspondientes al transporte y consumo de bebidas alcohólicas (18 mil cajas de  cerveza), siendo los integrantes de las morenadas, caporales y diabladas los que la consumen en mayor cantidad. Por otro lado el movimiento económico generado por los espectadores en las Festividad de la Virgen de la Candelaria, los días 09, 10 y 11 de febrero, ascendería a 32 millones 639 mil 336 soles; turistas y habitantes de la ciudad de Puno destinarían dicho gasto en hospedajes, comida, comercio ambulatorio y bebidas diversas.

Ceniza blanquísima este año, se cierra un tiempo y se abre otra, Puno es el corazón de este multiverso mitológico, la representación ideológica y la personalidad de la Humanidad Andina.  Si bien hay instituciones que se encargan de la organización y salvaguarda de esta preciada responsabilidad cultural, por y sobretodo corresponde a “todos” la corresponsabilidad de su meta-existencia superlativa. Autoridades, religiosos, pueblo; estamos en la obligación de responder  por su prosecución, cada uno desde nuestros espacios y posibilidades; crear y recrear normas legales, perfeccionarlos es necesario; pues, solo de este modo seremos depositarios y merecedores de las bendiciones de nuestros dioses, dignos herederos de nuestros antepasados y de su extensión a las generaciones venideras.

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