Día del Anticucho: el sabor que une a todo el Perú

En el altiplano, cuando el sol se esconde y el aire se enfría, el humo de las parrillas anuncia algo bueno: anticuchos recién hechos.
Ese olor nos hace recordar que, así como la fe en la Virgen de la Candelaria une a Puno, el Día del Anticucho une a todo el país en una sola mesa.
Detrás de esa brocheta hay historia, cultura y mucho corazón.

Un plato con raíces profundas

El anticucho nació hace siglos.
Antes del tiempo de los Incas, ya se preparaban carnes con hierbas y ajíes en los Andes. En esos años se usaba carne de llama.
Con la llegada de los españoles, aparecieron las vacas, y los peruanos cambiaron la carne, pero no el alma del plato.

Más tarde, los afroperuanos —que trabajaban como esclavos— aprovecharon las partes del animal que los ricos no querían: el corazón de res. Lo adobaron con ají, ajo y vinagre, y lo cocinaron al fuego.
Así nació el anticucho que hoy todos amamos.

Un nombre con sabor andino

El nombre “anticucho” también viene de nuestras raíces.
Algunos dicen que viene del quechua anti (Andes) y cuchu (cortar), o anti y uchu (ají).
Sea como sea, el significado es claro: una comida nacida en los Andes, hecha con fuego, sabor y amor.

¿Cuándo se celebra el Día del Anticucho?

En el Perú, se celebra cada tercer domingo de octubre.
Ese día, las calles se llenan de humo y alegría.
Las familias sacan sus parrillas, los vecinos compran anticuchos en las esquinas, y el corazón del país late al ritmo del carbón encendido.

Aunque esta fiesta no tiene un vínculo directo con la Festividad de la Virgen de la Candelaria, comparten el mismo espíritu: la unión, la fe y la alegría del pueblo.

Anticuchos y Candelaria: sabor de fiesta puneña

Durante la Festividad de la Virgen de la Candelaria, las calles de Puno se llenan de colores, música y devoción.
Y entre tanto baile y celebración, también hay espacio para la comida.
En las ferias o cerca de los ensayos de danzas, no falta una parrilla humeante donde el anticucho acompaña las noches frías del altiplano.

El danzante prueba un pincho antes de volver al ensayo; la familia se reúne frente al carbón; los visitantes disfrutan del sabor con una papa doradita y ají molido.
Así, el anticucho también se hace parte del alma de la Candelaria.

Cómo disfrutar un buen anticucho

• Usa corazón de res bien limpio y córtalo en trozos medianos.

• Déjalo macerar con ají panca, ajo, comino, vinagre y un toque de sal.

• Cocina en brasa fuerte, para que quede jugoso por dentro.

• Acompaña con papa sancochada, choclo y ají verde.

• Y sobre todo: compártelo. Porque un anticucho no se come solo, se comparte entre risas y buena charla.

Un plato que nos representa a todos

El anticucho nos enseña que de lo humilde puede nacer lo grandioso.
De un plato sencillo, hecho con cariño y creatividad, surgió un símbolo nacional.
Por eso fue elegido como una de las siete maravillas gastronómicas del Perú.

Es un plato que representa a campesinos, afroperuanos, puneños, limeños, costeños, serranos y selváticos.
Cada uno pone su toque, pero el corazón es el mismo: el del Perú.

Fe, fuego y sabor

Cuando cae la noche en Puno y el humo se mezcla con la música de los sikuris, el anticucho se vuelve un compañero de la fe.
Porque así somos los peruanos: sabemos agradecer, bailar, rezar y comer.
En cada anticucho hay historia, amor y patria.
Y en cada bocado, el Perú entero.

¡Feliz Día del Anticucho!
Que viva la tradición, que viva el sabor, que viva la Virgen de la Candelaria.

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