Virgen de la Candelaria de Puno, Perú ( 2 de febrero).

Desde el día 2 de febrero de 1583, en que asentó sus reales en el pueblo la Virgen de la Candelaria, comenzó la conversión definitiva del Collao y la fama de sus milagros hizo que su influencia se extendiera a las comarcas más distantes.
Varias son las leyendas que hacen surgir milagrosamente a la imagen de la Virgen de las aguas del legendario lago Titicaca.
LA APARICIÓN
No se conoce exactamente la fecha desde la que se rindió culto a la Virgen de la Candelaria de Puno. Su entronización como Patrona de este lugar se enlaza a un hecho considerado milagroso, que constituye una tradición puneña transmitida oralmente.
Varias son las leyendas que hacen surgir milagrosamente a la imagen de la Virgen de las aguas del legendario lago Titicaca, queriendo seguramente darle así a la Virgen un origen similar a la de los míticos Incas fundadores Manco Cápac y Mama Occlo.
Una de estas leyendas hace aparecer a la imagen de la Virgen de la Candelaria en el antiguo acodadero de las balsas después de una noche de tormenta en que los relámpagos habían destejido el cielo del lago” en el transcurso del siglo XVII.
Otras leyendas relacionan a la imagen de la Virgen con la vida de los mineros. Hay que recordar que en sus orígenes Puno era principalmente un asentamiento minero con las minas de Laykakota y la fundición de plata de los hermanos Salcedo en San Luis de Alba, ubicadas en las faldas Oeste del Cerro Cancharani, también recordar que, en época de la Colonia, del Cerro Azoguini se extraía en gran cantidad el precioso mercurio quien dio su nombre al cerro (el antiguo nombre del mercurio era “azogue”).
En esas leyendas también la imagen de la Virgen aparece milagrosamente en Puno, tal es el caso de lo que cuenta Dionisio Quispe donde “la Virgen con el rostro de una Señora elegante serenísima y con un niño en los brazos” apareció en el siglo XVII a un nativo de la zona quien por orden de su amo cuidaba un pequeño caserío ubicado a las riberas de un riachuelo en las faldas del Cerrito Huajasapata. En esos tiempos los españoles sancionaban drásticamente a los nativos que no cumplían con sus trabajos en las minas, así que el hombre se encontraba entre el dilema de obedecer o no a su amo cuidando el terreno.
La Virgen le pidió permiso de poder lavar las ropas de su hijo en el río a cambio de cuidarle el predio hasta su regreso. Cuando regresó con su amo, quien no creía en esta historia, encontraron “el busto de la Virgen, toda vestida de blanco, con un niño en los brazos y sus ropitas aún mojadas”.
Por: forosdelavirgen.org